La dimisión del papa Benedicto XVI y la elección de Jorge Mario Bergoglio como sucesor han llevado a la iglesia a la actualidad. Además de ello, la iglesia ha sido cuestionada por verse implicada en el caso Vatileaks, en el que se han filtrado documentos internos donde se denuncia la "corrupción, prevaricación y mala gestión" en el Vaticano o en casos de abusos de menores por los que el cardenal Keith O`Brien ha renunciado recientemente al cargo de arzobispo tras reconocer haber tenido un comportamiento sexual inadecuado.
Aunque el número de católicos descendió dos puntos porcentuales en 2012, el número de personas que se consideran católicas es bastante elevado, un 72% aproximadamente según fuentes del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Es difícil afirmar con seguridad que el descenso de católicos se debe a los escándalos eclesiásticos que han visto la luz en los últimos años, pero no hay duda de que estos casos han afectado a la iglesia católica hasta el punto de haber considerado el pasado cónclave como uno de los más difíciles, según el teólogo Peter Hünermann, ya que se debía elegir un papa capaz de hacer frente a estos asuntos y solucionar la crisis de la iglesia.
No se puede alegar que estos escándalos, tanto sexuales como documentales o papales, hayan perjudicado la imagen de la iglesia, pero si el cardenal O`Brien ha renunciado al cargo o se buscaba un nuevo papa que se enfrentase con esta situación es porque algo de cierto hay en todo ello. Esta en la mano de los fieles limpiar la imagen de la iglesia y luchar para que lo primordial sea difundir el catolicismo y no lucrarse a través de él.